Estoy en un momento de mi vida en el que sí, me gusto.
Después de lidiar con inseguridades y miedos, machacarme a mi misma por no ser «perfecta» (ni nunca poder llegar a serlo) y privarme de placeres y delicias de esta vida por vergüenza… Hoy ya no: ahora me gusto.
Ha costado tiempo, trabajo y muchas tonterías hasta llegar aquí. Miro hacia atrás y me daría un par de patadas en el culo por todo aquello, pero mejor recordarlo con humor.
- Esos rodeos por calles secundarias para que no me vieran esas personas «más guays»… Hoy ya no rodeo, es más, voy y vengo tantas veces que mejor utilizar el camino más corto o hasta mi perro terminará exhausto.
- Esas excusas baratas para no ir a bañarme en el río de forma improvisada en verano cuando hacía 40 grados a la sombra… Hoy lo mismo me da el río, el mar, la piscina o la fuente de mitad de la plaza. Si hace calor… Allí que voy. El calor me pone de mal humor y nadie queremos eso.
- Ese volverme loca buscando ropa de la que se llevaba pero que me quedase bien… Ahora, con 20 kilos más y un buen puñado de autoestima, lo mismo me da la moda, la combinación de colores y el cómo me siente. Los únicos requisitos son que sea cómodo y que a mí me guste.
- Esas dudas… Toda esa pérdida de tiempo… Por no atreverme, por no saber que hacer, por no decidir… No, no… Hoy soy muy consciente del tiempo, de lo rápido que pasa y, lo más importante, que no vuelve.

Y así voy por la Vida, en general: hecha un cuadro (hortera es un adjetivo que me describe bastante bien), corriendo de aquí para allá (he hecho varios cursos de gestión del tiempo pero he suspendido todos), haciendo exhibicionismo de vez en cuando (aunque tenga pelos en el sobaco) y con mi pobre perro arrastras (ya es viejo y lo tengo frito de tanto ir y venir).
Pero, ¿Sabes qué? Me gusto así: más vieja, más gorda, más loca, más atareada, con muchos menos complejos y con la intención de ir a peor. Porque nunca llegaré a ser «perfecta» pero si Feliz.