El precio de la Soledad

Tan ricamente sola en casa, a mí aire, a mis anchas, yo me lo guiso yo me lo como, sin presión, yo organizo, yo decido… Pero, sobretodo, yo sobrevivo.

Porque claro, como no piensas en que hacer para comer todos los días de la semana… pues acabas improvisando con dos zanahorias, una lata de atún y un bote de tomate frito.

Como vives sin presión y a tu aire… Terminas haciendo lavadoras express con más de 124.500 bragas porque ya no tenías limpias ni las «especiales domingo de regla».

Al estar a tus anchas tan ricamente… Te sorprende tu prima llamando al timbre y le tienes que servir el vaso de agua en el jarrón como si fuera lo último en vajilla moderna porque tienes el fregadero hasta arriba.

Photo by Rachel Claire on Pexels.com

Pero no todo son tontadas cómo estas. El precio de la Soledad se paga cuando enfermas y no tienes nadie que te sujete la frente o vaya a la farmacia… Cuando te vas de vacaciones y no hay quien riegue las plantas… Cuando se te estropea la lavadora y tú sola tienes que recoger todo el agua, llamar al técnico, lavar a mano durante dos semanas…

Así que el verdadero precio de la Soledad es… El esfuerzo y sacrificio para cultivar grandes Amistades. Porque cuando estás solo necesitas amigos de los buenos: para que toleren tus defectillos de gestión hogareña y para que te cuiden cuando más falta te hace.

Así que Amigos… Aunque tengamos que beber a morro porque no haya vasos limpios, sois siempre bienvenidos a mi caótico hogar donde tan feliz soy: en mi Soledad y con vuestra compañía. Sabéis que tengo una salud de hierro, únicamente un par de cactus y lavadora nueva, así que no abusaré en exceso de vuestra grandísima Amistad (de momento). Os quiero mil.

1 comentario

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: