¿Por qué es tan difícil decirlo? ¿Por qué nos cuesta tanto? Es como que nos da vergüenza y miedo, ¿No? Yo soy la primera a la que todavía le cuesta. Y lo intento pero es que… ¡Cuesta! ¿Por qué?
Parece que si decimos «te quiero» nos estamos exponiendo, estamos dejando ver nuestro punto debil, nos hacemos frágiles. ¿Por qué? Eso no tiene sentido, ningún sentido. Porque cuando queremos a alguien nos da fuerza, es un apoyo, una razón por la que motivarnos. Compartir ese sentimiento con la persona querida también debería serlo.
Así que ahí voy… Diciendo «te quiero» a mis amigos, a mi familia, a mis ligues… Esto último suele traer cola, porque más de uno tiene esa fobia al querer bajo la creencia de que «el amor y el enamoramiento es caca».

Pero hay tantas formas de querer como personas a las que queremos. Porque ningún amor es comparable con otro. Todos son diferentes. Y chico… Que te quiera no quiere decir necesariamente que me falta el aire cuando llevo un día entero sin verte o que mi mundo se derrumbe si no me prometes amor eterno.
Que no, que sólo te quiero (que no es poco pero no hay que hacer un drama). Hay algo de ti que me gusta, me aporta, me hace mejor… Y quiero eso, quiero esa parte de ti para mi. Por lo tanto: sí, te quiero porque te quiero en vida. Pero eso no tiene por qué ser sinónimo de amor romántico del de para siempre jamás (o sí).
El caso, que te quiero pues te lo digo y punto pelota. Y aunque digas que no, tu me quieres a mi, lo sé yo. No estarás enamorado como en los cuentos de príncipes azules y dulces doncellas, pero un poco me quieres. Porque eso se sabe. Pero esa excusa es muy mala: no te lo digo porque ya lo sabes. Que feo eso.
Lo bueno del querer es decirlo y demostrarlo. Aunque sea poco y no dure eternamente, pero que sea Amor del Bueno.