O una forma fina de decir: me da pereza de la gorda.
Y así me va… el fregadero hasta arriba, el cubo de la ropa sucia lleno, la nevera vacía… la verdad es que soy la reina de la procrastinación en las tareas domésticas. ¡Vamos! Que lo de ser ama de casa no va conmigo.
Pero para otras cosas… Ahí estoy yo, activa como la que más: para lavar el coche (por dentro y por fuera), para cambiar esas plantas a una maceta más grande, para colocar las cortinas nuevas, para renovar la manguera de la terraza, para colgar ese cuadro… Para todas estas cosas más de mantenimiento / bricolaje, para esto sí que sí… También procrastino.
Porque todo aquello que tenga que ver con el hogar, a parte de ver TV, dormir y ducharse (a veces esto último también), me da pereza. Es más, podría afirmar que si me quedo en casa es porque estoy procrastinando, casi como una constante en mi vida. Porque para mí estar en casa es sinónimo de hacer el vago, estar tirao, relax, descanso… con lo cual si me quedo en casa es para no hacer nada, y esas cosillas… Para luego.

Cuando me hablan de lo genial que sería tener una casa enorme, con mil habitaciones y doscientos baños, con un jardín gigante, piscina… Yo solo puedo pensar: “Uffff… Que montón de trabajo”. ¡Quita, quita! Yo me quedo con mi mini-apartamento de una habitación: tendré poco espacio para almacenar, pero mucho tiempo para procrastinar, llenarme de pereza y dejar mil cosas para luego. Que felicidad yo y mi procrastinamiento continuo. Porque la gente no sé por qué se pone nerviosa viendo platos en el fregadero: tranquilos, no se van a ir de allí, mañana seguirán exactamente en el mismo sitio. Que no hay nada en la nevera… Pues no pasa nada… Un telefonazo y encargamos cualquier cosa… O como dice mi vecina: “si hay huevos y patatas, nadie pasa hambre”. Que la casa está sin barrer, pues ya total, esperamos a mañana y un montoncillo más de mierda que quitamos.
Procrastina un poco que no pasa nada. Todo el día trabajando, ¿Para qué? ¿Para llegar a casa y estar también mocho en mano sin parar? Procrastinar de vez en cuando es sano: relájate y descansa, mañana será otro día.