Es inevitable. Todos hemos imaginado y fantaseado con lo que creíamos que nos haría feliz en el futuro.
Proyectamos en nuestra cabeza nuestro yo futuro y sus circunstancias, para ponernos objetivos vitales que nos hacen avanzar. Así que nos vemos junto con esas personas, en ese trabajo, en aquel lugar, con ese estilo de vida… Que hemos visto en vidas de otras personas y suponemos que es lo que a nosotros nos hará feliz.
Pero hoy es el futuro de hace unos años y… ¿He conseguido aquello que en su día imaginé? ¿Soy feliz según aquello con lo que soñé tendría hoy?
No. No hago lo que imaginé, no estoy donde supuse, no tengo a quién soñaba… Pero es que, no puedes soñar con lo que no conoces.
Nunca pude imaginarme en esta casa, porque no sabía que podía construir. Nunca pude pensar en este trabajo, porque no había experimentado lo que era. Nunca pude fantasear con alguien como tú a mí lado, porque no te conocía.
No puedes soñar con lo que no conoces. Por eso nunca antes te soñé, nunca antes te imaginé, no te esperaba. No puedes crear a alguien en tu cabeza que no sabes que existe, que es diferente a todas las personas que conoces.
Así que todo lo que imaginamos para nuestro yo futuro no sirve de mucho, porque todavía no conocemos todas las opciones que existirán, todos los escenarios en los que podemos vernos…

Una razón más para vivir en el presente y no pensar en exceso en el futuro.
Si me preguntas hoy como me imagino dentro de unos años, sólo te diré que me veo Feliz aunque no sé ni dónde, ni cómo, ni con quién. Porque aún hoy espero seguir conociendo, descubriendo y encontrando infinidad de lugares, experiencias y personas que todavía no sé que existen.