Todo tiene un principio: el día, las vacaciones, el romance, la amistad, una película… Y todos esos principios me encantan.
Porque cuando algo empieza es misterioso y está lleno de expectativas. La incertidumbre mezclada con mi optimismo se convierten en la combinación ideal para dejarse llevar por la imaginación y esperar lo mejor de cada una de las cosas que comienzan.
Así me pasa…. Que a los 10 minutos la película me aburre, a la media hora de despertar ya tengo sueño, en la tercera cita ya solo le veo defectos… Que le voy a hacer… Tengo dos opciones: aguantarme y seguir esperando que la cosa de un giro, siempre positiva, hasta llegar a una situación que se acerque a mi sueño, o cortar por lo sano y buscar otro nuevo «empezar».
Hay principios que son largos y duran bastante tiempo hasta que pasa a ser una rutina, como pasa con un nuevo trabajo o una mudanza a una nueva ciudad. Dentro de estos grandes comienzos hay muchos pequeños, y eso hace que sean todavía más geniales. Nuevas personas, nuevas calles, nuevas formas de hacer, nuevos lugares… Uno de estos comienzos pueden durar meses hasta que ya pasan a ser experiencias, personas y rutinas conocidas y que cumplen o no las expectativas iniciales.

Empezar… Que bonito, que excitante, que asombroso… Muchas veces hay desilusión, al no llegar a ser lo que nuestra mente nos hace soñar, pero… ¿Y si sí? ¿Y si se alcanzan nuestras expectativas? Hay películas maravillosas que nos enganchan hasta el final, hay días que pasan cosas inesperadas que se convierten en fechas señaladas, hay personas que de desconocidos pasan a ser nuestro gran amor…
Me encanta empezar, soñar despierta, imaginar, tener esperanza hasta descubrir lo que hay y… ¿Sabes? Aunque termine siendo decepcionante, siempre hay cosas, pequeños detalles, que nunca imaginaste y compensan la incertidumbre y hasta la desilusión.