Hoy no puedo estar positiva. Mi optimismo se ha quedado muy pequeño. Sólo puedo pensar en una cosa: este Mundo está podrido.
No hay otra explicación. Hay gente podrida dentro de un Mundo podrido que solo hacen una cosa: esparcir mal olor (por decirlo sutilmente). Si no… ¿Cómo se explica que en pleno siglo XXI alguien esté de acuerdo en comenzar una guerra? ¿Cuál es la razón por la que tras todas las evidencias científicas, pruebas fehacientes y hechos consumados sigamos maltratando nuestro entorno sin pensar en el mañana? ¿En qué momento nos hemos vuelto insensibles al dolor ajeno?

Lo vemos todo como una película, como si fueran efectos especiales, actores, otras vidas en otros mundos muy lejanos… Pero no. Kiev está a 4 horas de Madrid. Es Febrero del 22 y hay cortes de agua aquí, en nuestro país del bienestar, occidental y desarrollado. Y seguimos sin vernos como responsables. Está claro que no somos Putin, ni tenemos el botón de hacer lluvia… Pero todos somos parte.

Somos igual de responsables (o más) que aquellos que sufren las consecuencias, solo tenemos la suerte de vivir en la parte del mundo donde el olor a podrido no es tan penetrante y esto nos engaña. No nos deja ver de forma clara que la podredumbre avanza y llegará a todos los rincones. Que no la sintamos encima no quiere decir que no exista.
Y seguimos con nuestro vivir bien, nuestros despilfarros y nuestra comodidad, mientras otros huyen de sus casas, pasan hambre, mueren frente a nosotros. Pero solo podemos pensar en si todo eso va a afectarnos, porque claro… que otros mueran de frío o tengan que dejar su vida sólo con una maleta es su tragedia, la de ellos. La nuestra es que suba el precio de la gasolina o que tengamos que pagar unos euros más por esas cosas que no necesitamos.
Este Mundo está podrido. Se contagia, se propaga, se muere… y lo dejamos morir. Contribuimos a que el olor avance. Somos responsables de que todo sea un asco. Colaboramos con nuestra inacción cuando somos parte del problema, pero también de la solución.
