Siguiendo el hilo de la última publicación, somos parte del problema pero también de la solución.
Porque este Mundo está podrido, eso está claro. Hay muchísimas cosas que no dependen de nosotros, que nos gustaría pero no podemos cambiar sin embargo… El cambio colectivo se consigue con la suma de las decisiones individuales y ahí es donde está nuestra responsabilidad.
Todos los días tomamos un montón de decisiones. Decisiones, en general, muy básicas pero que dependen únicamente de nosotros. Es nuestra decisión tirar ese papel al suelo o a la papelera; es nuestra decisión comprarnos el último modelo o seguir con el antiguo que aún funciona; es nuestra decisión subir los grados del termostato o ponernos un jersey; es nuestra decisión apoyar el comercio local o ahorrarnos unos euros…
No podemos pretender que otros cambien este Mundo podrido si nosotros no contribuimos con nuestra pequeña decisión individual. No tenemos derecho a quejarnos de lo mal que está montado el sistema, de las injusticias que hay en el mundo y de lo mal que funciona todo si no somos coherentes en nuestras decisiones. No podemos llorar las penas de los que realmente sufren si no hacemos el más mínimo esfuerzo por apoyar el cambio.
Como ya comenté, está claro que no somos Putin ni tenemos el botón de hacer lluvia pero… Podemos leer, informarnos, aprender, votar, comprar, invertir, ayudar, colaborar… Podemos pensar. Debemos pensar en las miles de decisiones que debemos tomar en nuestro día a día para luchar contra este Mundo podrido.

Ya lo dice la ley de la entropía: para mantener el orden hay que invertir energía. Nuestra energía. Las cosas no pasan solas. Las revoluciones no se producen por la labor de unos pocos. Todos tenemos la responsabilidad de esforzarnos, pensar y actuar por el cambio.
Somos responsables de nuestra acción y también de nuestra inacción. Pensar que nosotros no tenemos nada que hacer por cambiar este Mundo podrido es muy cómodo pero totalmente irresponsable. Porque somos parte del problema pero también de la solución.