Resulta que para ser Bueno (buen amigo, buen hermano, buen vecino, buen compañero…) hay que esforzarse. Y todo lo que conlleva esfuerzo es cansando.
Cuanto más te esfuerzas, mejor puedes llegar a ser, como en el deporte: más entrenamiento, más esfuerzo, mejores resultados. Pero, ¿Qué pasa después de correr una Maratón? Pues que hasta el más preparado termina reventao con razón.
Hay quien piensa que ser bueno es fácil, innato, como si fuera genético, que está ahí en algunas personas. Pues oye, mira, NO. Ser bueno no es fácil, ser bueno cuesta, ser bueno cansa. Una persona no nace más buena que la otra. La diferencia está en que una persona se esfuerza y sacrifica más que la otra. Llámalo sentido de la responsabilidad, conciencia o que es gilipollas, pero una buena persona gasta su energía y su tiempo en ser bueno, cosa que alguien menos bueno no.
Y esa excusa de… «Es que Pedro es muy bueno, por eso él lo hace y yo no». Mire usted: Pedro será muy bueno pero eso quiere decir que hace el esfuerzo de serlo. En cambio usted no es que sea menos bueno o mala persona, lo que es usted es un huevón. A usted no le da la gana hacer el esfuerzo y con su actitud lo que consigue es que Pedro termine hasta las mismísimas narices de ser «el Bueno», cansado del esfuerzo que hace y del poco apoyo que se le muestra y, con lo cual, mandando al carajo su buenismo.

Y… ¿Sabes que es lo peor? Que si se da el caso, el culpable, el responsable de que eso se deje de hacer, será el Bueno de Pedro. Porque era algo que él hacía porque quería y, además, hacia muy bien, y de repente lo ha mandado todo a tomar viento fresco sin razón aparente. ¡Hay que ver! Con lo bueno que era Pedro…
Así que tengamos en cuenta que ser Bueno cansa, a veces mucho. Igual sería más fácil si todos nos esforzáramos un poco y que en lugar de unos pocos muy buenos, pasásemos a ser muchos buenos a secas. Y, por favor, si Pedro se cansa no le culpes y ponte tú a mover el culo que si te empeñas puedes ser igual de bueno e incluso más.