Que cosas… Eso que a mí me da grima, no me gusta nada de nada, hasta me resulta un pelín repugnante… A otros les gusta.
Y en general está bien, pero cuando a una persona muy cercana, con la que pasas mucho tiempo y compartes muchas vivencias le gusta lo que a ti te da asquito… Aaarrgggg!!!
Tienes que verlo, que olerlo, que sentir como lo disfruta y… ¡Es alguien a quien quieres! Y te gustaría «salvarlo», no puedes entenderlo, ¿Cómo le puede gustar eso? Pues sí, le gusta y lo disfruta.
Y dan igual las explicaciones, los razonamientos, los argumentos… No lo entiendes, ni lo entenderás.
Hay veces que lo sabes desde el principio, porque le conoces desde hace mucho tiempo. Pero… ¡Ay! Cuando esa persona te sorprende. Esa persona con la que encajas, con la que todo fluye y… ¡¿Cómo puede ser?! ¿De verdad le gusta eso? ¡¿En serio?!

Pues si, le gusta. Hay veces que le encanta y… ¡Aarrggg! Pierde puntos. Con lo bien que iba todo y ahora me da un poquito de grima, porque le gusta eso. Le he visto disfrutándolo y…
Que si, que para gustos los colores y de todo tiene que haber pero… No es racional. Contra el asco no se puede luchar. Intentas separar esa sensación de todo lo demás, pero… Es muy difícil. Ese repelús cada vez que lo recuerdas.
¿Cómo puede resultarle agradable? ¿Cómo, simplemente, lo tolera? Sin embargo le agrada, lo busca, le resulta satisfactorio… Es una pena pero… Le gusta.