Y… ¡Recordé!

Supongo que es un mecanismo que tiene nuestra mente para superar aquello que nos hace daño porque no fue de forma consciente, sin embargo mi memoria se bloqueo.

Y es que, el otro día, en aquel lugar y con esas personas, volví a recordar. Todo aquello que mi subconsciente había bloqueado de repente fluyó llegando a emocionarme por momentos.

Recordé la alegría contagiosa, los detalles cariñosos, la carcajada espontánea, la conversación amena, la curiosidad sincera, la preocupación compartida… La mirada transparente y la sonrisa impecable.

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Pero al mismo tiempo también recordé el silencio agónico, el conformismo desmedido, la pasividad cobarde, la contención incomprensible… La soledad de la compañía y la tristeza repartida.

Ahora, con perspectiva, puedo afirmar que has sido, eres y serás algo muy importante en mi vida, aunque ya no estés en mi primera línea. Y que el tomar distancia fue una buena decisión ya que, de no ser así, nos habríamos destruido.

Gracias por todo. Realmente me diste mucho y me enseñaste a dar de la misma manera. Contigo aprendí a conocer, a entender, a empatizar, a tolerar, a compartir… Pero sin ti he conseguido luchar, descubrirme, rehacerme, decidir, cuidarme, elegir, cambiar…

Por eso hoy te miro de esta manera: con el cariño de lo que fuimos y el orgullo de lo que soy; con la ternura de aquel gran amor y la firmeza de mi decisión. Siempre te miraré de esta manera única y especial. Siempre tendrás mi sonrisa y mi cariño. Nunca volveré a olvidar.

Porque te vi, hablamos, reconectarnos y… ¡Recordé! Te recordé y me volviste a enamorar. Nos recordé y sentí aquel dolor. Me recordé y comprendí que aquella ya no soy yo.

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