Odio cuando dices «sin ti no soy nada»… Como si fuera yo la culpable, la razón de tus problemas, como una amenaza…
Si sin mí no eres nada tienes un problema, y de los gordos. Una cosa muy clara te digo: tu siempre serás algo. Lo eras antes de conocerme, lo eres mientras he formado parte de tu vida y lo serás si desaparezco.
¿De verdad crees que no eres nada? No sé que es más preocupante: que realmente lo pienses o que sea el mejor argumento que tienes para retenerme.
Eres tantas cosas… Y me niego a tolerar que no lo veas, que no lo valores, que no entiendas que tú, por el simple hecho de ser tú, eres un ser magnífico… Y debe ser suficiente para que seas plenamente feliz.
Y… ¿De verdad es eso lo que significo para ti? Una necesidad, un salvavidas… Como un requisito imprescindible para que tú consigas tener una vida en condiciones.

Tengo que decirte que lo único que consigues diciéndome esto es que me aleje más. Porque, por un lado, quiero compartir mi tiempo y mi vida con quién me aporte, quién su forma de ser y ver las cosas enriquezca mis experiencias. Y, por otra parte, quiero que esas personas elijan estar conmigo, no por necesidad, no por obligación, sino porque me sienten como algo que mejora su existencia.
Si no eres nada… ¿Qué me das? ¿Qué me enseñas? ¿Cómo me mejoras? Si tan mal te quieres, que consideras que no eres nada por ti mismo… ¿Cómo alegrarás mis días? ¿Con qué podrás sorprenderme? ¿Cómo me ayudarás cuando lo necesite?
Lo mejor será entonces que aprendas a estar sin mí y sin nadie, a quererte, a valorarte, a mimarte… Quizá entonces, cuando seas y te veas cómo ese ser magnífico, podamos crear algo único como hacen dos personas que se eligen y podamos ser felices mientras estamos juntos.
Pero primero debemos ser más cosas que «el hijo de», «el padre de», «la pareja de»… No debemos ser un apellido, tenemos que ser el nombre propio, y tener muy claro que somos muchas cosas independientemente de las personas con las que compartamos nuestra vida.
Por favor, no me digas más «Sin ti no soy nada».