Me repito a mí misma una y otra vez: «No te los mereces». Es mi mantra, me recuerda lo importantes que son y todo el bien que me hacen.
Y es verdad, «no te los mereces». No mereces ese puñado de gente que tienes alrededor que te acompaña en tu soledad, te hace reír a carcajadas, te abraza fuerte, te empuja para romper con los miedos, te sujeta para no caer, comprenden tus locuras más locas, te apoyan siempre, te frenan cuando huyes, te quieren incondicionalmente…
Me digo «No te los mereces» y así recuerdo todo lo que os quiero y todo lo que os necesito. Me hace sentir tan afortunada, tan tranquila, tan orgullosa, tan Feliz…
Distintas personas que entraron en mi vida de diferentes maneras. Los hay quienes estaban antes de yo existir y ya entonces me querían. Otros que tuve que conocer casi por obligación y que después de tanto tiempo es más lo que compartimos que lo que no. Los que no sabemos cómo, cuándo, ni por qué, pero están ahí. Para algunas personas no hay distancias, están presentes aunque entre nosotros haya cientos de kilómetros.

Y vuelvo a repetirme: «No te los mereces» y me vienen a la cabeza personas, caras, risas, momentos… Y acto seguido mando mensajes, llamo, busco… Porque no sé si los merezco, pero están ahí y quiero que sigan estando por mucho tiempo, así que yo también hago por estar.
No sé si los merezco o no, pero sois las razones por las que merece la pena todo esto, por los que me esfuerzo, por los que me muevo, por los que hago y deshago, por los que me preocupo, por los que doy y recibo…
Y aunque no los merezca quiero que sigan ahí, me niego a que desaparezcan. Los merezca o no ya son parte de lo que quiero para mí, para mi vida, me hacen tanto bien…
«No te los mereces», me digo, y soy yo la que pasa a la acción: la que está ahí, la que hace reír, la que acompaña, la que empuja, la que sujeta, la que frena, la que abraza, la que quiere… Porque esos a los que no merezco sois quienes hacen que yo sea mejor cada día y quizá en algún momento del futuro llegue, por fin, a mereceos.