Escucho música, veo películas, limpio y recojo la casa, acarició a mi perro, escribo, leo… A solas.
Y también, a solas, invento recetas intragables, bailo y canto esa canción ridícula, pinto obras de arte imposibles y fabrico utensilios inútiles.
Y es que es a solas cuando encuentro a esa persona que tan bien me cae pero que a la vez no dejo salir de casa. Porque la quiero solo para mí, es mi mejor amiga y no la voy a compartir.
A solas también me rio y me divierto, bebo y me emborracho, juego, canto, bailo… Y veo que puedo ser muy divertida y muy payasa, así que mejor me dejo en casa, que también me da vergüenza que se me vea esta cara.

Porque es a solas cuando soy yo y pienso, me hablo, me cuido, reflexiono, me conozco… Y no dejo de sorprenderme. Porque a solas descubro nuevas cosas y aprendo lo que ningún profesor me pudo enseñar antes. Y es que resulta que sé más cosas de las que creía, solo tengo que tener una buena conversación conmigo misma a solas.
A solas me gusto y me quiero, me mimo y me cuido, me escucho y me apoyo… Porque es a solas cuando me asaltan mil dudas, afloran mis miedos, me veo vulnerable e insegura. Así, a solas me necesito.
Necesito escuchar para entender, después razonar y poder encontrar las palabras que me animan, los motivos que me hacen seguir… o cambiar o volver o rectificar.
Y es a solas cuando todos aparecéis en mi mente, recuerdo todas vuestras palabras que se suman a las mías, viendo pros y contras, sacando las conclusiones que construimos entre todos y acertando en lo que quiero y necesito oír.
A solas, pero queriendo mucho. A solas, pero rodeada de todos. A solas, pero sin dejar de sentir cariño. A solas, pero divirtiéndome. A solas, pero segura. A solas, tranquila y feliz.