Llamame ingenua e inocente o imbécil y estúpida, pero así soy yo, me fío.
No sé si es mi naturaleza o que hasta ahora no me ha ido mal, pero el caso es que me fío de esa primera impresión, de mi instinto, de lo que me dicen las tripas…
Y si, alguna vez me he dado una gran leche, pero la mayoría no ha ido mal. Aunque creo que en el fondo, la verdadera razón por la que me dejó llevar es que es más fácil.
Porque para ser objetivo hace falta tiempo, tener información, conocer… En cambio si me fío de esas impresiones ya está clara la conclusión, desde el principio, sin tener que meter horas ni dedicar esfuerzo.
Ahora me puedes llamar comodona y vaga o práctica y eficaz, jajajaja. El caso es que es así, me fio, dejo que fluya y… A ver qué pasa.
Porque, además, al final, lo hayas analizado mucho o nada, te hayas dejado llevar o hayas ido paso a paso… Nunca sabemos al 100% si saldrá bien, ya sea según nuestra intuición o tal como indican los datos.
Entonces yo me pregunto, ante la duda, ¿Que más da? Puede que me esfuerce y no valga para nada. Así que…
Eso y que, como decía, no me ha ido mal hasta ahora. Por eso me fío. Me fío de lo que se me presenta y, sobre todo, de mi instinto.

¿Qué es lo peor que me puede pasar? Si sale mal por lo menos he ahorrado tiempo en análisis y averiguaciones. Tiempo que puedo utilizar en otra de mis visiones para acertar esta vez.
A ti que me juzgas diciendo que soy una impetuosa y lanzada, una loca por actuar sin valorar todos los riesgos de forma rápida, sin pararme a pensar y reflexionar… A ti te diré que no te pases, que te guardes todo, porque, ¿Sabes? Fue esa intuición, esa locura impulsiva la que me llevó hasta tu lado.
Gracias a mi instinto estoy aquí, hago lo que hago y tengo a mi alrededor a estas personas. Quizá, si lo hubiera valorado de forma objetiva… No hubiera llegado hasta aquí contigo, ¿Quién sabe?