Y llegará un día en el que me iré. Me marcharé a otro lugar, lejos de aquí donde me rodee de personas nuevas y gaste mi tiempo en otras cosas.
Porque nada es para siempre, todo pasa, toda historia tiene principio y final, y algún día será el nuestro. Nuestro final. Se terminará la historia tal y como la entendemos.
No puedo estar aquí para siempre y tampoco debo, porque mi naturaleza me pide cambiar, buscar otros destinos, cambiar el rumbo para seguir aprendiendo y creciendo.
Y no es que lo que tengo aquí y ahora sea poco o insuficiente, solo que necesito ver y conocer más, cambiar para poder aportar en otros lugares y a otras personas.
Sacrificaré parte de lo que tengo hoy por lo que podré tener mañana. Me iré pero no lo dejaré todo. Me llevaré aquello que me hace bien, aquello de lo que no puedo desprenderme. Quizá empaquetado y guardado en el fondo de mi mochila, pero lo llevaré siempre conmigo.
Algún día me iré de aquí, pero te llevaré conmigo. No estaré, pero te dejaré todo esto para que me recuerdes. Me iré pero te tendré presente y haré todo por que tú me tengas presente a mí y no me olvides.
Porque irse no es olvidar. Irse no es sinónimo de abandonar. Irse no quiere decir dejar tirado. Irse es cambiar de lugar, pero se puede seguir siendo e incluso seguir estando.

Se que me iré, que dejaré este lugar algún día, pero también se que seguiré formando parte de tu vida, estaré a tu lado cuando me necesites y te tendré cuando me hagas falta.
Me iré para no volver. Lo que tenemos hoy terminará aunque mantendremos lo importante.
Me iré, dejaré de estar, ya no seremos más. Todo pasa, nada es para siempre y yo, tu, nosotros, no somos una excepción. Un día me iré y será el final de todo esto.
Pero hoy estoy, todavía somos, nuestra historia aun no ha terminado. Algún día me iré, pero hoy estoy aquí.