¡Por fin! ¡Volviste!

He estado meses sin tí y te he echado tantísimo de menos…

Han sido meses muy largos, cada vez más. Cada día pesaba como una losa y mi ánimo se fue debilitando hasta llegar a estar insoportable, tan irritable que no me aguantaba ni yo.

Ha sido duro, porque el no tenerte ha provocado en mi cambios evidentes, a nivel físico y mental: apatía, tristeza, sequedad de piel y pelo, ojeras, cansancio, alimentación desordenada, ansiedad…

Menos mal que ¡Por fin! Has vuelto. Contigo descanso, estoy más alegre a la vez que tranquila, vuelvo a tener orden en mis rutinas, mi pelo ha recuperado su brillo, tengo ganas de hacer nuevas cosas… Todo gracias a ti.

Hasta que te fuiste no había caído en la cuenta de lo importante que eres, de todo lo que me das y lo que te necesito en mi vida. Fui tonta al darte por sentado, pensando que siempre estarías ahí para mí, que nunca faltarías.

Y cuando te fuiste, cuando ya no estabas… Lo entendí. Pude valorar todo lo que supone tenerte y tu ausencia.

Ahora que, por fin volviste, no pienso descuidarte. Voy a dedicarte tiempo, voy a valorar lo que haces por mí cada día y no dejaré que te vuelvas a ir. No quiero volver a estar sin ti, ha sido duro y no podría volver a pasar por ello.

Tan agusto.

¡Por fin! ¡Volviste! De nuevo no me despierto en toda la noche. Ahora me acuesto y caigo rendida porque me despierto renovada, con toda la energía para gastar durante el día. Después de meses sin dormir, por fin vuelvo a hacerlo y… ¡Lo adoro!

Y si… Le dedicó estas palabras a mi amado sueño, al dormir, a quedarse frito, a hacer la marmota… a esas horas de descanso que durante un tiempo desaparecieron de mi vida pero que han vuelto, y todo lo que eso significa.

A %d blogueros les gusta esto: